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Por cuarto año consecutivo los no muertos caminaron por la ciudad
Parado en el borde de la fuente de plaza Altamira, Kuccu repartía sangre desde un pote de cinco litros, mientras todos lo rodeaban: la enfermera de Silent Hill, el Sumo Pontífice, niños con un puñal atravesado en sus cabezas desfiguradas, sobrevivientes y cazadores, doctores del mal, ángeles negros y zombies para todos los gustos.
La marcha zombie se celebró por cuarto año consecutivo en Caracas en la víspera de Halloween, y ni siquiera la lluvia pudo impedir que se congregaran cientos de jóvenes en lo que ha sido hasta ahora la más concurrida de estas caravanas.
Unos se pintaron en sus casas, otros se llevaron pintura roja y se maquillaron en la plaza y también hubo muchos que pagaron 20 bolívares para ser maquillados por Daniel Segovia, quien trabajó sin descanso por tres horas: no solo llenaba de pintura roja y glicerina a su clientes sino que incluso utilizaba silicón para simular retazos de carne. El maquillaje era al gusto de cada zombie.
Aunque la fuerte lluvia causó retrasos no pudo impedir la partida, que se dio finalmente hacia las siete y media y cuando todavía caía agua del cielo. Los zombies marcharon por las calles, asustando y entreteniendo a los conductores, e incluso se metieron en el Mac Donalds de La Castellana y en el Centro Comercial San Ignacio (como en El Amanecer de los Muertos).
En el primero debieron cerrar las puertas mientras que en el San Ignacio apagaron las escaleras mecánicas y funcionarios de seguridad iban atra´s de la caravana diciendo: "Se les agradece... se les agradece...". Ya antes Polichacao había perdido la batalla con ellos para que no se sentaran en la fuente. Es que no solo eran cientos: sobre todo, eran zombies.